No se como empezar, tampoco se si debiera, aunque tengo claro
que lo que tengo que decirle a mi cuñada Elena, ella ya lo sabe...
Siempre Elenita te he querido y aunque la distancia ahora marcará
nuestro camino, puedo asegurar que seguirás entre nosotros y dirás
alrededor de esa mesa blanca y familiar:
"Un ramo de pitiminí precioso..."
Cuando quieres siempre vive, siempre queda.